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El Asesor: Persona en Camino a la Madurez

Bookmark and Share  El ser humano se entiende a sí mismo como un misterio creado que se encuentra en proceso de construcción (Moral, 1999). Este es un principio básico de la antropología teológica, en la cual se plantea la individualidad y unicidad del ser, llamado por el Trascendente a realizarse en todo su ser.


El asesor es una persona que ha recorrido algún camino en su vida; esa es la única manera como realiza su función, puesto que nadie puede acompañar ni guiar sin experiencias que avalen su asesoría. Él se sabe inacabado, convive en paz con sus defectos y sus virtudes, se acepta como persona, ha superado una serie de conflictos internos colocando cada cosa en su lugar.

En eso consiste la madurez, es el equilibrio que se va alcanzando en el interior de la persona, basando la vida en valores profundos aceptados de manera consciente por el individuo. En otras palabras, la madurez es estabilizar las dimensiones humanas del cuerpo, razón y afecto orientándolas hacia la verdadera libertad que mueve a la persona a construir un proyecto de vida factible de realizar.

Otra característica de la persona madura, y que es indispensable para el asesor, es la capacidad de autodonación. El asesor no se entiende como una fuente de sabiduría, mas sí como un ser que se encuentra en relación y se dona al joven, de manera tal que ambos crezcan en cuanto a su personalidad.

La madurez también lleva a colocar a los demás en un lugar privilegiado, dejando la instrumentalización de los otros como medio para ubicarlos con un valor absoluto, un fin en sí mismos (Gervilla, 1991). Por lo tanto, para el asesor el joven vale no por lo que hace, tiene o sus cualidades y condiciones, sino que es estimado por ser persona creada por Dios.

El asumir responsabilidades con seriedad es un buen indicador de la madurez. Por ello, el asesor se compromete con su tarea libremente, como fruto de una

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Señor, soy uno de aquellos que contemplando la vida escondida de la juventud de tu Hijo, vive la alegría de asesorar a los jóvenes, y sueña con integrarlos a la tarea de construir tu Reino. Ya sé que el sueño del joven en su pureza, es parte de tu sueño de amor. No quiero rezar por mí, sino por él, que, en su lucha y su búsqueda, es y puede ser un compañero de camino. Que los jóvenes encuentren en mí aunque no lo sepan, la alianza que he realizado con ellos. Que sea fiel a esta alianza, como tú fuiste fiel en los altos y bajos del camino de tu pueblo. Señor, tú eres para nosotros un Emmanuel: concédeme la gracia de percibir los clamores que brotan del corazón de los jóvenes, y de ser signo de tu presencia entre ellos. Enséñame a escuchar, para que sepa discernir entre el bien y el mal. Tú que dijiste a Moisés que estabas con él, concédeme vivir en cercanía con el joven. Como tu Hijo es camino, haz de mí camino abierto, comprometido y seguro, que sea im

Perfil del Asesor

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