
La mayor tarea del asesor de pastoral juvenil es esta: invitar a los jóvenes a un encuentro de conversión con el Padre, por medio del conocimiento de Hijo, en la gracia dada a través del Espíritu Santo.
Por eso, el asesor debe ser un hombre o una mujer de oración, que de respuestas a problemas concretos desde los valores evangélicos, que sirva de referencia para el joven. En otras palabras, sin importar su “estado clerical”, será un verdadero padre o madre espiritual para todos los jóvenes a quienes estará acompañando.
Aquí el problema que se consigue es el acompañamiento a los asesores en este camino de concientización sobre su labor como maestros espirituales. Sobre todo la dificultad se encuentra más pronunciada en los asesores más jóvenes, debido en muchas ocasiones a las mismas dificultades vocacionales, propias de su edad, en las que se encuentran sumergidos.