La bibliografía clásica sobre el tema de la animación y la asesoría plantea principalmente cuatro tipos de actitudes que pueden presentarse en el asesor:
1. El autoritario: es el “dueño” del grupo, quien por sí solo va dirigiendo todo lo que sucede a su alrededor. Puede hacerlo de manera explícita o mediante la manipulación sutil. Él se considera el dueño de la verdad y por lo tanto el único capaz de dirigir al grupo. Podría definirse también como el “jefe” del grupo.
2. El paternalista: lucha por complacer en todo a los miembros del grupo, no es claro en sus posiciones y entreteje una serie de relaciones que aparentan una paz en medio de un conflicto subyacente. Normalmente el paternalista no lo hace conscientemente, sino que surge por la necesidad de ser querido que tiene el asesor. Por lo tanto, parece ser una persona afectivamente inmadura, escondiéndose detrás del prestigio y experiencia frente al grupo, por lo que su palabra pasa a ser la última.
3. El permisivo: este asesor deja hacer al grupo lo que quiera, sin ponerle autoridad ni entusiasmo a su servicio. Así, surgen pugnas internas de liderazgo y camina el grupo acéfalo. En ocasiones este tipo de asesoría surge por la falta de interés y otras veces es resultado de la inseguridad del asesor.
4. El democrático: se preocupa por el grupo, da participación y favorece las relaciones entre los miembros. Se entusiasma con los éxitos y anima en los fracasos. Es prudente y dice la palabra precisa, dejando que los jóvenes asuman iniciativas.
Boran (1995) plantea otra distinción de los asesores, ya no en cuanto a las posibles actitudes que pueda asumir como en cuanto a la función que desarrolla en el grupo. A continuación se presentan:
1. Asesor Perito: Es un asesor ocasional, experto en algún tema específico, que acude al grupo como un invitado para compartir sus conocimientos. No está este asesor en la vida diaria del grupo, sin embargo su presencia es muy valiosa puesto que ayuda en la formación de los jóvenes del grupo.
2. Asesores permanentes: son las personas que se dedican a acompañar al grupo en la vida cotidiana, asisten a las reuniones y demás actividades que desarrolla el grupo. Pueden ser sacerdotes, religiosos, seminaristas o laicos.
a. El Asesor Sacerdote: Posee una gran formación teológica y sirve de intermediario entre los jóvenes y el resto del clero, pero mayoritariamente este tipo de asesores tiene la limitación del tiempo y no le dan prioridad al trabajo de la pastoral juvenil.
b. El Asesor Religioso: Goza de la ventaja de poseer nivel teológico y pedagógico, pero al igual que al sacerdote le falta tiempo para compartir con los jóvenes.
c. El Asesor Seminarista: Son en su mayoría jóvenes que comienzan a trabajar como asesores sin preparación ni acompañamiento. A veces se ve su trabajo como una práctica pastoral, por lo que en muchas ocasiones es una experiencia superficial.
3. Asesor laico adulto: Se afirma con Boran que el grupo de jóvenes no puede sobrevivir sin la presencia de un adulto. Esta asesoría ha ido surgiendo cada vez con más fuerza, y tiene la ventaja de la experiencia de la vida profesional y, en ocasiones, estados de vida ya tomados. Surgen normalmente de grupos juveniles, por lo que su escuela muchas veces ha sido la propia vida.
4. El Asesor Joven: Así es llamado el joven que, habiendo transitado ya el proceso del grupo juvenil, comparte con aquellos jóvenes que comienzan su proceso. Tiene la ventaja de estar más próximo a los participantes del grupo debido a la cercanía de edad, lo que ayuda a crear un puente entre ellos y el asesor adulto. No es en ningún caso sustituto del asesor adulto (sacerdote, religioso(a) o laico), sino que los dos se complementan en su labor.
“El Asesor de Pastoral Juvenil” (IPJV, Caracas, 2007)
1. El autoritario: es el “dueño” del grupo, quien por sí solo va dirigiendo todo lo que sucede a su alrededor. Puede hacerlo de manera explícita o mediante la manipulación sutil. Él se considera el dueño de la verdad y por lo tanto el único capaz de dirigir al grupo. Podría definirse también como el “jefe” del grupo.
2. El paternalista: lucha por complacer en todo a los miembros del grupo, no es claro en sus posiciones y entreteje una serie de relaciones que aparentan una paz en medio de un conflicto subyacente. Normalmente el paternalista no lo hace conscientemente, sino que surge por la necesidad de ser querido que tiene el asesor. Por lo tanto, parece ser una persona afectivamente inmadura, escondiéndose detrás del prestigio y experiencia frente al grupo, por lo que su palabra pasa a ser la última.
3. El permisivo: este asesor deja hacer al grupo lo que quiera, sin ponerle autoridad ni entusiasmo a su servicio. Así, surgen pugnas internas de liderazgo y camina el grupo acéfalo. En ocasiones este tipo de asesoría surge por la falta de interés y otras veces es resultado de la inseguridad del asesor.
4. El democrático: se preocupa por el grupo, da participación y favorece las relaciones entre los miembros. Se entusiasma con los éxitos y anima en los fracasos. Es prudente y dice la palabra precisa, dejando que los jóvenes asuman iniciativas.
Boran (1995) plantea otra distinción de los asesores, ya no en cuanto a las posibles actitudes que pueda asumir como en cuanto a la función que desarrolla en el grupo. A continuación se presentan:
1. Asesor Perito: Es un asesor ocasional, experto en algún tema específico, que acude al grupo como un invitado para compartir sus conocimientos. No está este asesor en la vida diaria del grupo, sin embargo su presencia es muy valiosa puesto que ayuda en la formación de los jóvenes del grupo.
2. Asesores permanentes: son las personas que se dedican a acompañar al grupo en la vida cotidiana, asisten a las reuniones y demás actividades que desarrolla el grupo. Pueden ser sacerdotes, religiosos, seminaristas o laicos.
a. El Asesor Sacerdote: Posee una gran formación teológica y sirve de intermediario entre los jóvenes y el resto del clero, pero mayoritariamente este tipo de asesores tiene la limitación del tiempo y no le dan prioridad al trabajo de la pastoral juvenil.
b. El Asesor Religioso: Goza de la ventaja de poseer nivel teológico y pedagógico, pero al igual que al sacerdote le falta tiempo para compartir con los jóvenes.
c. El Asesor Seminarista: Son en su mayoría jóvenes que comienzan a trabajar como asesores sin preparación ni acompañamiento. A veces se ve su trabajo como una práctica pastoral, por lo que en muchas ocasiones es una experiencia superficial.
3. Asesor laico adulto: Se afirma con Boran que el grupo de jóvenes no puede sobrevivir sin la presencia de un adulto. Esta asesoría ha ido surgiendo cada vez con más fuerza, y tiene la ventaja de la experiencia de la vida profesional y, en ocasiones, estados de vida ya tomados. Surgen normalmente de grupos juveniles, por lo que su escuela muchas veces ha sido la propia vida.
4. El Asesor Joven: Así es llamado el joven que, habiendo transitado ya el proceso del grupo juvenil, comparte con aquellos jóvenes que comienzan su proceso. Tiene la ventaja de estar más próximo a los participantes del grupo debido a la cercanía de edad, lo que ayuda a crear un puente entre ellos y el asesor adulto. No es en ningún caso sustituto del asesor adulto (sacerdote, religioso(a) o laico), sino que los dos se complementan en su labor.
“El Asesor de Pastoral Juvenil” (IPJV, Caracas, 2007)