Al entenderse el asesor como una persona que se encuentra en continua formación, se descubre necesitado de compartir sus experiencias y nutrirse de la vida de quienes, como él, se encuentran involucrados en la aventura de asesorar a los jóvenes. Una de las formas de solucionar este reto es la creación de coordinaciones de asesores. Son grupos que se reúnen tanto para compartir sus experiencias pastorales, realizando una reflexión teórica que parte de la práctica, como para planificar actividades en conjunto.
En Venezuela existe la experiencia única por ahora en América Latina de la Coordinación de Movimientos Juveniles, la cual surgió en el año 1998 motivada por el Departamento de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Venezolana. Este grupo de asesores se reúne una vez al mes para compartir el estudio de un tema previamente seleccionado y facilitado por alguno de los asistentes. Así, los asesores están llamados a formar una comunidad eclesial entre ellos, en la cual se vea el compartir de los distintos carismas.
Pero no es únicamente a ese nivel que debe ser comunitario el asesor. También es el primero en apoyar las iniciativas que ayuden a hacer del grupo una pequeña comunidad en la cual los jóvenes compartan su vida y su fe.
La vivencia de este espíritu comunitario se nutre de su experiencia diaria en la comunidad primaria en la cual viva, sea familia, comunidad religiosa u otro estilo.
En Venezuela existe la experiencia única por ahora en América Latina de la Coordinación de Movimientos Juveniles, la cual surgió en el año 1998 motivada por el Departamento de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Venezolana. Este grupo de asesores se reúne una vez al mes para compartir el estudio de un tema previamente seleccionado y facilitado por alguno de los asistentes. Así, los asesores están llamados a formar una comunidad eclesial entre ellos, en la cual se vea el compartir de los distintos carismas.
Pero no es únicamente a ese nivel que debe ser comunitario el asesor. También es el primero en apoyar las iniciativas que ayuden a hacer del grupo una pequeña comunidad en la cual los jóvenes compartan su vida y su fe.
La vivencia de este espíritu comunitario se nutre de su experiencia diaria en la comunidad primaria en la cual viva, sea familia, comunidad religiosa u otro estilo.